dimarts, 11 de desembre del 2012

Dónde sea pero al Wurli


Joserra es un hombre de su casa, de sus libros y de sus discos, eso es algo que cualquier Amiga de Joserra sabe, pero como también sabes le gusta agradar a sus amigos y en algunas ocasiones cede ante la insistencia de Borja's y sale a bailar. 



Hace unos días nos abrigamos bien, nos subimos al coche de Borja's unas siete personas y nos fuimos en busca de algún lugar para bailar. "Dónde sea pero al Wurli", dije yo, y con esa claridad no hubo dudas, allí fuimos. Aparcamos el coche en la puerta y entramos.


Existe un rincón maravilloso en el Wurli llamado "el rincón de Caamaño", que nos gusta mucho a todos, sobre todo a él. Hasta aquí todo normal si no fuera porque es un espacio que algunas noches sufre de una fuerza sobrenatural que hace que ocurra un suceso paranormal inexplicable; da igual el espacio libre que haya en todo el bar, todo el que conoce a Caamaño o que conoce a alguien que conozca a Caamaño o incluso que no conozca ni el nombre del lugar, se pone ahí y no hay manera de que se muevan a otro sitio. 

Esa noche fue una de aquellas, con lo cual estábamos allí los siguientes: Caamaño, Joserra, Borja's, el Mono, Jaime, Luis y Frank de Barcelona, Blanca, Lolo, Jaime y Nico, Pep Mulet, César Andión, Víctor, el Ruso, Lino Portela, Javier Sanz, Jes, Las Martas, Loro y Luca, Enrique y Ana, Puri, Chus, un chico rubio desconocido y yo. En total, veintisiete personas y un perrete en apenas cuatro metros cuadrados, incluido un taburete en el que nadie estaba sentado. Ha habido ocasiones en las que el Wurli estaba medio vacío y en el rincón se estaban haciendo castells.

El caso es que como todos éramos muy guapos, menos el rubio que era regular,  y claro, nadie se iba a dar puti vueltas, porque todo el mundo sabe que lo de las puti vueltas es de feos. Lo que suponía un constante problema de espacio.

Bailábamos como si no hubiera mañana y no nos importaba estar más o menos apretados, bueno sí nos importaba, pero no le poníamos remedio. Pero por fin comenzó a sonar el Twist de mi Colegio, porque ésa, querida amiga, es la canción preferida del rincón de Caamaño, y la fuerza sobrenatural nos hizo hacer un círculo alrededor de Joserra, Frank, Caamaño, Lolo y Luca. Frank nos explicó cómo se baila un twist de mi colegio en condiciones y todos empezaron a seguirle. Joserra sonriendo y cerrando los ojos a tope, Lolo haciendo trampas, Luca saltando por encima de todos y Caamaño sordo por mis gritos de "¡cuidado con las rodillas!, ¡cuidadín que llevo el bolso del corazón!". 





En cuanto terminó la canción Joserra dijo: "cada uno en su casa y Dios en la de todos", y se rompió el hechizo, claro. Nos despedimos como si aquello fuese una boda, nos volvimos a abrigar y para casa.

Y así Amiga es cómo celebramos las Navidades, ah no, que aún no han sido. Doncs bon Nadal, benvolguts!